Leyendas de Santa Cruz

Introducción

Hay innumerables leyendas, algunas de ellas referidas al mundo de las creencias. Un ejemplo lo tenemos en Toledo capital, con el Cristo de la Vega extendiendo su brazo para prestar juramento y ratificar así la declaración y la promesa que un novio había realizado antaño a su querida, y de la que al parecer se olvidó.

Otras leyendas, en cambio, se refieren a personajes reales o inventados, o a acontecimientos históricos (guerras, catástrofes, crímenes) que marcaron la vida del pueblo. Las leyendas populares, transmitidas de boca en boca y de generación en generación, son una parte del legado histórico de nuestros pueblos.

Son relatos que suelen forjarse a partir de acontecimientos reales y van siendo adaptadas o modificadas con el paso del tiempo. Muchos de ellas terminan con una moraleja. Es el caso de “La leyenda de la Encantada” y de “La casa de las Dos Puertas. En ambas se trata de la soberbia y de la intransigencia: en el primer caso, de la cerrazón de la amada a dar asilo a una madre necesitada de amparo para su hijo; en el segundo, de la terca oposición del padre a los amoríos de su hija. Y ambas comparten el tema de la “ceguera de amor”. Su final, en cambio, es diferente. Mientras que en una culmina felizmente, como en un cuento (podríamos decir que “fueron felices y comieron perdices”), en la otra narración la obnubilada amante no termina muy bien.

Es muy posible que el lector recuerde otras versiones de estas leyendas, algo distintas a las que aquí se narran: la transmisión oral permite las fantasías de los narradores

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